martes, 16 de agosto de 2011

¡Despierta, estás vivo!

La vida es como un torbellino, como una montaña ruza, como la peor de nuestras pesadillas... confusa, arrolladora, compleja. Pero a su vez es lo único que tenemos, porque sin ella no tendríamos nada. Nacemos solos y morimos solos, así que ¿por qué vivirla solos?
Nos quejamos de todo: cuando somos pequeños de lo que no tenemos y creemos necesitar, sólo porque lo que realmente esperamos es atención por nuestros padres, cuando crecemos y llegamos a la adolescencia sólo queremos comernos el mundo, vivir lo que los mayores viven, pero sin dejar de tener los privilegios que los pequeños tienen, y nuevamente lo único que queremos es atención, atención por esa persona especial que quizás no lo es tanto, pero que para esa etapa de la vida es fundamental. Cuando envejecemos y somos mayores, solo pensamos en lo que hemos vivido y en el tiempo que no podemos recuperar, en todos aquellos sueños olvidados.
Yo que no soy nadie en el mundo, pero la protagonista de mi vida, pienso que debemos de dejar de quejarnos por todo. Crecemos y las cosas cambian, los deseos varían y los recuerdos se olvidan. El dolor se va y crea nuevos sentimientos.
Somos los adultos del futuro, los niños del pasado y la esperanza del presente. Deberíamos de dejar nuestro prejuicios por los demás de lado y aceptarnos como somos, de ayudar a vivir una mejor vida.
Por eso digo: ¡Despierta!, no ames al odio ni desprecies el amor... simplemente vive...

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