jueves, 18 de agosto de 2011

Colours Kisses...

Besos, besos, besos..
Cada caricia, cada rose. Cálido, húmedo, apasionado. Los besos son de colores, como las mariposas.
Para mi los besos, todos los que existen, tienen un color diferente: 
El beso que te da todas las mañanas tu madre o tu padre son naranjas, cálidos como el sol. Aquellos besos que te acompañan día a día, de saludo, de despedida, son blancos... vienen y van, pero siempre están ahí. El beso que te dan cuando lloras, para tranquilizarte es azul, aguado por las lágrimas. Verdes son los besos improvistos, de cariño, que nunca esperas. Amarillos aquellos que solo damos por cordialidad, besos que no son realmente correspondidos.
Los besos rosas son aquellos pequeños roces en los labios, suaves, tiernos... que te acompañan, te reconfortan, que demuestran amor. Los rojos son aquellos apasionados, que te quitan el aliento, que te dejan con ganas de más, con una tremenda necesidad de la otra persona, son besos cargados de sentimientos indescifrables. En cambio los negros son los besos llenos de mentiras, prejuicios, orgullos... aquellos besos que no deben ser dados.Los besos violetas son aquellos que se dan tras una reconciliación, una bienvenida: dulces, apasionados, especializados en borrar tristezas y cargados de calor.
Pero.. hay besos únicos, besos sin nombres, sin palabras y llenos de colores. Son una mezcla de todo, que te dejan satisfecho, con una sonrisa en la cara y con diferentes finales.


martes, 16 de agosto de 2011

¡Despierta, estás vivo!

La vida es como un torbellino, como una montaña ruza, como la peor de nuestras pesadillas... confusa, arrolladora, compleja. Pero a su vez es lo único que tenemos, porque sin ella no tendríamos nada. Nacemos solos y morimos solos, así que ¿por qué vivirla solos?
Nos quejamos de todo: cuando somos pequeños de lo que no tenemos y creemos necesitar, sólo porque lo que realmente esperamos es atención por nuestros padres, cuando crecemos y llegamos a la adolescencia sólo queremos comernos el mundo, vivir lo que los mayores viven, pero sin dejar de tener los privilegios que los pequeños tienen, y nuevamente lo único que queremos es atención, atención por esa persona especial que quizás no lo es tanto, pero que para esa etapa de la vida es fundamental. Cuando envejecemos y somos mayores, solo pensamos en lo que hemos vivido y en el tiempo que no podemos recuperar, en todos aquellos sueños olvidados.
Yo que no soy nadie en el mundo, pero la protagonista de mi vida, pienso que debemos de dejar de quejarnos por todo. Crecemos y las cosas cambian, los deseos varían y los recuerdos se olvidan. El dolor se va y crea nuevos sentimientos.
Somos los adultos del futuro, los niños del pasado y la esperanza del presente. Deberíamos de dejar nuestro prejuicios por los demás de lado y aceptarnos como somos, de ayudar a vivir una mejor vida.
Por eso digo: ¡Despierta!, no ames al odio ni desprecies el amor... simplemente vive...

jueves, 4 de agosto de 2011

Quiero un cuento al revés

Tus desmesuradas promesas de amor ya no generan en mí esa sensación de felicidad infinita, tus miradas cargadas de pasión ya no me hacen bibrar, tus besos ardientes y arrolladores ya no me producen esos mareos repentinos. Cada te amo a perdido cualquier ápice de sentido, ya no contienen ningún significado en mi diccionario. Estoy cansada de que me cojas de la mano mientras paseamos por un camino de rosas. Estoy harta de tópicos. No quiero vivir más en un cuento de hadas. Ya no quiero un príncipe azul, ni tampoco quiero comer perdices, y mucho menos que vengas a mi rescate en tu precioso caballo blanco. Los tacones de cristal me han quedado pequeños, así que vas a tener que buscarte a otra Barbie dispuesta a vivir en tu casa de plástico. Lo único que quiero es un chico malo, que me lleve por calles oscuras y peligrosas, en un flamante Mercedes que no vaya a menos de 120 km/h, que me ponga la piel de gallina y que me quite mi ceñido vestido a bocados. Quiero quedarme sin respiración, sentir tu piel ardiente quemar la mía. Quiero ahogarme en pecado contigo, y volver a hacerlo cada noche, cuando los pajarillos del bosque, y la malvada madrastra yacen dormidos.